Los vínculos de Nike con el golfista afroamericano se remontan a 1996. En ese momento muchos pensaron que era una locura ofrecer un contrato de 40 millones de dólares a un novato que acababa de debutar ese año. El bache personal y profesional duró más de diez años, hasta que en 2019 volvió a enfundarse la chaqueta verde en Augusta, su primer major desde 2008. Pese a la larga travesía por el desierto, Nike se mantuvo su lado y ahora está obteniendo beneficios comerciales de la resurrección de uno de los mejores golfistas de todos los tiempos.